La plata suelta su carga
en la ciudad que despierta
y se prepara para tomar la foto que pasará a la historia.
Un parpadeo,
Hiroshima tiene la magia del Sol en su centro,
es Persepólis saqueada
y Troya, ardiendo en el final de los días
y Cartago, y Tebas,
gritando tan fuerte que tiemblan las montañas y los siglos.
El avión da una vuelta,
y capta el hongo:
nube que pregona como un dios malo
que no quede piedra sobre piedra.
Abajo ya no hay nada más que polvo, humillación y olvido.
El resto del vuelo es bastante calmo, y se desarrolla según lo planeado.
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