La estoy por ver en el bar al que siempre voy cuando tengo
plata. Me gusta jugar de local, es más cómodo, las mozas me conocen, me
entienden casi. Entro, las chicas abren la puerta de bronce y miro mi reflejo
en el piso negro y pulido antes de saludarlas con la cara que pongo cuando
salgo. La veo sentada en una esquina. La reconozco por las fotos de su
Facebook. Fotos retocadas, estudiadas, que describen la especie a la que pertenece,
su anatomía y su hábitat. Pero que no la describen a ella, no al ejemplar, a su
vida, a las secretas evoluciones de sus pensamientos. Fotos hechas para agradar
mostrando una vida sin vida, como un libro sin palabras. Me sonríe y la forma
en que tiene su cigarrillo, o su pelo orto me recuerda a otra chica que conocí
hace ya tiempo. Con vos las cosas también van a acabar mal. Terminaremos
peleando por alguna pavada, hartos el uno del otro, o algunas mentiras se
meterán en tu cabeza y acabarás odiándome. Antes de eso, tendremos una etapa
donde estaremos totalmente corteses, y vamos a hablar de libros y películas y
de lo que sea menos de nosotros. Luego
yo me refugiaré en el trabajo y vos te irás con otro que te banque los vicios y
las historias. El perfume me envuelve como una manta ambarina que intento
sacarme de encima antes de sentarme porque hace calor y no quiero más abrigo. Pero
se convierte en bufanda y en soga y amenaza con ahorcarme. Charlamos estupideces
toda la noche. Yo ya te conozco. El conocimiento es poder, escóndelo bien.
Simulo sorpresa cuando revelas lo que se supone es secreto, pero en Córdoba la
noche siempre sabe todo y siempre acaba contándolo para matar el aburrimiento.
No, no sabía que fueras adicta a los analgésicos, no sabía que habías estado
detenida hace poco. Sí, conozco tu banda, un grupo interesante de fracasados.
Me podés agarrar del brazo. Hay cierta elegancia en caminar así, hasta tu
departamento cuidadosamente desordenado. Departamento de estudiante desordenada
y adicta, pienso cuando entro: pocos muebles, muchos libros y discos repartidos
y bandejas de delivery a medio terminar. Tenías un gato, él también huyó de
vos. A la larga todos huyen de vos. Sos demasiado intensa, vivís demasiado rápido,
te quemás muy deprisa. Y no nos animamos a quemarnos con vos.
Sí, me voy a quedar a dormir, no me voy a escapar. Que no me
voy a escapar. Te miro medio en la oscuridad, el pelo corto, el piercing en la
nariz, los expansores. El pelo de varios
colores mezclados, brillante en la oscuridad, la boca que aletea mientras
roncás. Te acaricio el rostro. Un auto hace vibrar las ventanas
Sos hermosa y te voy a amar con locura, me digo. Lástima que
vamos a acabar mal.
1 comentarios:
este post es una respuesta al de Araceli (http://areligfree.blogspot.com.ar/), que pueden leer acá: http://areligfree.blogspot.com.ar/2012/08/carta-un-recuerdo-latente-tres-vueltas.html
Publicar un comentario