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Un sueño o Una Bolsa de Súper


Camino por una cueva a oscuras,
llevo una bolsa de supermercado
con un par de anteojos negros
más ciego que yo
una vela sin estrella
y un joystick con el cual me gustaría que Dios me guiara
como esos personajes de juegos
8 bits de música de fondo
a un destino tan cierto como arreglado.
Pero no, el joystick no funciona,
la vela no alumbra
y los anteojos oscurecen un sol imaginario.
Sigo caminando, tanteando los bordes la caverna
y antes de llegar a la profunda verdad,
a la princesa al final del juego,
me despierto.
En el laburo,
mecánicamente embolso la mercadería
antes de cantar el precio y pedir el documento.
En el descanso pienso que acaso la guía,
los joystick divinos, las velas que iluminan fantasmas,
los anteojos que fabrican sombras,
no sirven de nada.
Que sólo cumplen con su función
las humildes bolsas plásticas
que no permiten cargar nuestras miserias
a cuestas


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