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Disfraces

Hemos dormido,
ya han pasado las horas muertas
y el incienso es sólo ceniza blanca
ensuciando las mentiras que nos hemos creído
para amarnos dos veces.
Ella se desnuda infinitas veces en los espejos gemelos.
Pero sigue sigue vestida en sus secretos,
en su abrazo de serpiente que sonrie cuando me lastima.
La beso, no nos engañemos,
la quiero.
Por eso no la dejo quedarse.
Se viste despacio, calmada, como si su ropa fuera la de un ser extraño
y me deja en la habitación a oscuras donde un gato me vigila.
Soy tímido,
no me animo a decirle
las cosas de frente.
Por eso le envio un mensaje
en el que le cuento
que no hay nada más hermoso
que verla ponerse sus tacos.
Es una niña, que se disfraza de mujer
para que los perros no la muerdan.

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