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Sábado

Luego de una larga fila
por fin llega La Diosa,
avisando
que los Sábados no son para dormir.
No la entendemos
en el ruido del local,
pero si la vemos jugar
como no lo hace en la semana
cuando sólo es una estudiante.
Nos avisa donde va a estar,
pide que llevemos amigos
que no fallemos esta vez.
Se va,
dejando un perfume que ahorca
y una alegría tibia
que recuerda que hay gente
que no trabaja los Sábados a la noche.


Jaulas


Podrían haber sido otra cosa,
pero el destino está marcado por el sustantivo:
Changos o carritos,
han sido condenados
a morir en el local.
A veces los niños
ignoran la sentencia
y los convierten en autos de carreras
o pequeños barcos.
Nosotros miramos mal,
los padres retan
y ya no hay juegos,
sólo jaulas.
Suelen andar en la noche,
llevan cartones
o actúan de tachos de basura.
No imagino un robo,

creo que escapan.

Inmortalidad (a V.R.R)

Hoy, voy a escribir sobre ella,
pese a que me lo ha prohibido
por considerarlo una forma de inmortalidad;
y ella siempre habla de morir.
Voy a escribir
como el viento de su furia
guarda la caricia de sus gemidos,
para que no se pierda en el sol
y duerma lentamente.
Voy a escribir que el café aún le sonríe,
las navajas aún le cantan,
para que no pueda morir
para que no pueda irse de mi lado,
para que sea
eterna.