Delicious LinkedIn Facebook Twitter RSS Feed

Resurreción (Escritura ultra rápida)

El cordero
que no muera niño
tampoco llegará a hombre
sino que vagará los campos crujientes
como capón.
A veces,
cuando el frío arañaba la cara,
el cuero colgaba del alambre
y la vieja carne
se volvía milanesas
negras como la tormenta,
llenas de limón fuerte y pimienta.
En el olor picante
y las caricias de mi hermana de leche
bajo la mesa
el seco animal nacía de nuevo.
Tibio, blanco cordero,
resucitado.

Sin Título (Aún)


Sus amantes son tantos,
que cuando corren en estampida
descarrilan los trenes
y estallan los cristales de las ventanas.
A veces se juntan, sin querer,
la ciudad es chica,
y cuentan historias,
mezcladas con cerveza.
Recuerdan la boca que besaron
los pezones que hicieron doler,
los tatuajes oscuros en la espalda
brillante por el sudor
mientras ella rompía
la cama del hotel
con el peso de su energía terrible.
La odian, por no tenerla,
por hablar de ella en la oscuridad y el frío
y la arrojan al barro
junto a las colillas de los cigarros.
A la larga,
ella se entera.
La ciudad es chica.
Se deprime, se toma una cerveza,
se fuma un porro
y busca algún amigo o amiga
que luego se sumará a las filas de amantes despechados
que la humillarán sin razón.
Ellos no entienden,
ella a su manera los amó a todos.
Incluso a mí.

Ritual (I)


Me despertaba,
Todo resaca y dolor.
Ella se levantaba de un salto,
Antes de que pudiera verla
Con la cara verdadera de la mañana,
Y se perdía en el baño
Mientras yo hacía café.
Salía del agua.
Yo era feliz,
Ella era todo rojo y rosado.
Se vestía, ensayando descuido,
Abría una ostra de acero
De la que sacaba un ave muerta
Llena de polvo
Y se la pasaba por la cara, una y otra vez
Hasta que quedaba embalsamada.
Después,
Se pintaba la boca con sangre,
Sangre
Y se dibujaba con delineador
Las cejas depiladas.
Yo estaba loco,
Imaginaba que tomaba café
Con una muñeca de porcelana
A la que daba cuerda
Para jugar a que éramos novios.
Cuando empezó el calor
Nos dimos cuenta
Que no la conocía,
Que yo era un niño
Jugando con la escarcha.
Se derritió una primavera,
Como todos los muñecos de nieve.

Mala Memoria


Soy de esos hombres
Que cuando acaban,
Recuerdan a una mujer,
Hace bastante perdida
Y sienten que aún la aman.
Sé que el género, la especia, existe.
Bastante he hablado con amigos,
Medios ebrios, en bares electrónicos,
Donde se hablan estas cosas
Para sentirse más hombre
Y alejar lo que sobra de los miedos
Del niño que fuimos.
Pero les decía:
Soy de ésos hombres.
Cuando acabo, en lugar de la mente en blanco,
Aparece alguna colorada o algunos rulos
Que nunca voy a olvidar
Y me digo “aún la amo”.
Luego miro a la chica con la que estoy,
Me invade la necesidad de estar solo,
Me da asco la compañía
Y tengo que contener el deseo
De patearla fuera de la cama.
Me limito en esos momentos
A sonreír como un idiota,
O a mentir que yo la también la quiero
Cuando me hacen esa inoportuna pregunta.
Así, asqueado, huyo
O me duermo.
Nunca me siento mal por mi compañera de turno
Pese al mal rato que quizás la haga pasar en el momento.
Sé que algún día, ella será esa colorada, esos rulos
Que me robarán un momento de felicidad
Justo cuando más lo necesito
Y esté
En compañía de su reemplazo.