Hoy, voy a escribir sobre
ella,
pese a que me lo ha prohibido
por considerarlo una forma de
inmortalidad;
y ella siempre habla de
morir.
Voy a escribir
como el viento de su furia
guarda la caricia de sus
gemidos,
para que no se pierda en el
sol
y duerma lentamente.
Voy a escribir que el café
aún le sonríe,
las navajas aún le cantan,
para que no pueda morir
para que no pueda irse de mi
lado,
para que sea
eterna.
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