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Tu Látigo (Escritura rápida para Drawer)


El le daba cuerda
Y ella era resortes que lo aumentaban.
Sintió, oh Dios,
Que ella lo entendía
Y le cortó, lo ví Oh Señor,
Las piernas.
Pero el miente, Oh Señor,
Se queda en casa
Y ella camina.
Oh Mi Dios, Ella,
Látigo en mano,
Si la dejamos,
Es la peor peor correa,
La misma cerámica del porro,
El mismo azote del padre.
Tu amada, macho,
La correa del perro
Que no esperabas ser.

Un Ladrón de Cuerpos (I)

Esa noche,
mientras intentaba escribir,
la petisa tomaba whisky con coca
y le saca fotos a sus botas polvorientas.
Yo no encontraba la forma
de encastrar las palabras,
mezclar la verdad
y convertirlas en ladrillos de las nubes.
¿Y quién te dijo que escribir es eso?
dijo ella,
con las precisa seguridad de las niñas ebrias.
No hay engarce en la poesía,
no hay más que vapores de alcohol,
la palabra es una mentira
rayada con tinta,
medida con acádemico derecho.
Decepcionado,
me senté con ella.
Jugamos con su Nikon
y tomamos lo que quedó del whisky,
ácido y cruel como ella misma.
Cuando dormía
y el gato revisaba sus botas
olvidadas en un rincón,
yo pensaba como robarle sus frases.
Después de todo,
el escritor es sólo un ladrón de cuerpos.

Azúcar

(A Pablo Neruda)


Vinisite a tomar un café,

sabías de mi falta
y por eso trajiste
una bolsa de azúcar.
Yo lo tomé como lo que era:
un regalo maravilloso,
en una bolsa me habías traído
el hielo imposible de las selvas
la arena de desiertos sin pena,
una dulzura que se entrega sin caprichos
como la caricia de una madre
o la lluvia del verano.
Mientras se calentaba el agua
puse el azúcar en un simple jarro de ceramica
urna funeraria de cenizas de cristal,
luego serví café
café negro y oscuro como una mentira,
le agregué apenas una cucharada
de esa escarcha magica.
Y el mundo fue más dulce.